martes, 30 de octubre de 2018

Enfermedades del sistema circulatorio.

Cuando acudimos al médico por algún problema de salud uno de los  diagnósticos mas preocupantes  que nos pueden ofrecer es que estemos sufriendo enfermedades del sistema circulatorio.
¿Qué es el sistema circulatorio?
Causas de las enfermedades del sistema circulatorio
Principales enfermedades del sistema circulatorio
Aneurisma
Arterioesclerosis
Accidente cerebrovascular
Arritmias
Infarto agudo de miocardio o ataque al corazón
Insuficiencia cardíaca congestiva
Linfadenopatía o ganglios linfáticos inflamados
Diversos tumores y cánceres
No porque sean siempre graves, sino porque las asociamos a menudo con órganos insustituibles e irreparables de nuestro cuerpo, como es el corazón. Si bien el corazón es uno de los posibles órganos afectados, las enfermedades de este tipo no solo inciden sobre el músculo cardiaco. Por eso antes de alertarse más de lo necesario conviene conocer al detalle los diferentes elementos que conforman el sistema circulatorio del cuerpo humano.
También conocido como aparato circulatorio, los principales componentes del sistema son el corazón, las venas, las arterias y la sangre (en conjunto llamado sistema cardiovascular), y los vasos linfáticos y la linfa (sistema linfático).

Este aparato realiza funciones de transporte dentro del organismo humano. Mediante la sangre se entregan los diferentes nutrientes que necesitan los órganos para su correcto funcionamiento, se realiza el aporte de oxígeno, pero también se recogen los deshechos y residuos del metabolismo para expulsarlos en la exhalación o en la excreción, según corresponda.

Los vasos sanguíneos son conductos musculares que parten desde el corazón, recorren todo el cuerpo y regresan de nuevo al corazón. Están repletos de sangre y permiten que esta alcance cada resquicio del organismo sin que haya perfusión a otros tejidos.

Entre los vasos sanguíneos se distinguen dos tipos principales. Por un lado tenemos las arterias, que son los vasos sanguíneos que sacan la sangre del corazón, y las venas, que ejecutan el cometido complementario; es decir, llevan la sangre de vuelta al corazón para que el ciclo de bombeo pueda continuar.

Según el tamaño de los vasos sanguíneos también se pueden hacer distinciones. Así, las arterias se dividen en arteriolas, y estas en metaarteriolas. Los vasos más delicados se conocen con el nombre de capilares, son extremadamente finos y ni siquiera tienen capa muscular. En los capilares es donde se realiza el intercambio de sustancias con los tejidos y tras haber efectuado la tarea encargada, la sangre vuelve a reunirse, como ya adelantábamos en el párrafo anterior, en las venas que van al corazón, pasando primero por unos vasos de menor calibre conocidos como vénulas.

El bombeo de la sangre no tendría lugar si no existiese el corazón. Se trata de un músculo de forma compleja y tamaño considerable, hay quien lo compara con un puño cerrado, tanto por la forma de la envolvente como por las dimensiones. Este músculo funciona como una bomba, siendo hueco por dentro. En su interior existen cámaras, denominadas cámaras cardíacas, en las que tiene lugar el flujo vascular.

El corazón funciona a una velocidad de entre 60 y 80 pulsaciones en reposo, cantidad que puede aumentar considerablemente durante los esfuerzos y que también es mayor durante la juventud y al sufrir enfermedades circulatorias. La sangre entra a una de las cavidades conocida como aurícula y pasa a través de la válvula tricúspide al ventrículo. Los diferentes movimientos musculares que permiten realizar la acción mecánica de bombeo se llaman sístole y diástole.

Los elementos del sistema vascular son bastante conocidos en general, sin embargo el sistema linfático es una parte a menudo olvidada del aparato circulatorio. Este sistema es el encargado de llevar la linfa unidireccionalmente al corazón. Se trata de un líquido no pigmentado que se entrega en exceso a las células y escapa a espacios intersticiales. Contiene algunas proteínas, siendo mucho más notable su contenido lipídico. La carencia de color se debe en gran parte a que solo transporta glóbulos blancos. Esta es la diferencia fundamental con la sangre.

Los vasos linfáticos, una serie de venas especializadas en llevar la linfa al corazón, reciben el líquido de músculos y capilares gracias a las contracciones involuntarias de los músculos, a los movimientos pulsátiles de las arterias cercanas e incluso por la inercia generada en nuestros movimientos con las extremidades.

Toda la linfa recuperada se concentra en unos capilares de mayor relevancia para el organismo conocidos con el nombre de venas subclavias. Otros vasos linfáticos que conviene saber que existen son los conductos, los troncos y los colectores.

En cuanto a los órganos peculiares que conforman el sistema, se suelen dividir en dos grupos bien diferenciados.

En el primer grupo están los órganos linfoides primarios, que son la médula ósea y el timo. Estos dos órganos son los encargados de generar linfocitos. En concreto, la médula ósea madura los linfocitos B y el timo madura los linfocitos T. Los linfocitos son células blancas especiales, por lo que en los textos y diagnosis médicas a menudo aparecen referidos simplemente como leucocitos. Esta función de creación de las células sanguíneas lleva el nombre de hematopoyesis.

Por otro lado están los órganos linfoides secundarios: ganglios linfáticos, bazo y tejido linfoide ubicado en las diferentes partes mucosas del cuerpo.

El bazo es una especie de filtro que se encarga de eliminar de la sangre las alteraciones celulares. En este órgano entran en contacto los linfocitos generados en los órganos linfoides primarios y se activan al entrar en contacto con mutaciones y patógenos.

Los ganglios linfáticos actúan de forma similar. Son una especie de nódulos dispuestos en racimo cuya función es la de detectar y combatir infecciones, sustancias no reconocidas por el cuerpo y gérmenes. Se concentran en las partes centrales del organismo y aparecen menos en la periferia.

Por último, el tejido linfoide de las mucosas, también conocido por sus siglas en inglés, MALT, o como folículos linfoides, está asociado al sistema digestivo, respiratorio, reproductor y excretor. Sus funciones son análogas a las del bazo y los ganglios linfáticos pero su ámbito de acción se remite a zonas concretas de los sistemas mencionados.


Todos estos elementos del cuerpo humano son los que conforman el aparato circulatorio del hombre y de la mujer. Con tantas piezas es normal que existan una plétora de enfermedades circulatorias. Además, todas estas partes de nuestro organismo son especialmente susceptibles de sufrir alguna patología si se ven expuestas a ciertos comportamientos. Veamos cuáles son las principales causas por las que pueden aparecer estos problemas.
El principal sospechoso cuando se intenta buscar un responsable para las enfermedades del sistema circulatorio que han aparecido recientemente son los malos hábitos. Entre ellos, no es necesario detenerse mucho sobre el tabaco y el alcohol, pues su efecto nocivo sobre el cuerpo humano es ya bien conocido.

Baste decir que una persona que fume con regularidad tiene una probabilidad seis veces mayor de sufrir un ataque al corazón. Por supuesto, abusar de las bebidas espirituosas no es mejor. El alcohol funciona como un vasodilatador; esto es, relaja los músculos de las paredes arteriales haciendo que el volumen del sistema circulatorio sea mayor al habitual, lo que en consecuencia pone un estrés adicional sobre el corazón. Nada bueno.

Otro de los problemas recurrentes es la mala alimentación. Una dieta desequilibrada puede causar el aumento del colesterol en sangre. A menudo oímos hablar del colesterol en la publicidad pero no conocemos en detalle por qué este tipo de ácido graso es pernicioso para la salud. Lo primero que hay que decir es que hay colesterol bueno y colesterol malo. El primero se conoce como colesterol HDL y es beneficioso pues se encarga de mantener y reparar el interior de las membranas arteriales. Al contrario, el colesterol LDL (popularmente llamado colesterol malo) se acumula en estas mismas paredes arteriales (endotelio) formando masas que pueden llegar a taponar el vaso sanguíneo. Esto puede originar trombos que son susceptibles de tener graves consecuencias sobre la salud como veremos más adelante.

La alimentación puede tener otros efectos nocivos, pues no solo la grasa en cantidades desmedidas en perjudicial… Por ejemplo, abusar de las bebidas cafeinadas (cafés y refrescos) puede aumentar nuestra tensión arterial, resultando en lo que en términos médicos se conoce como hipertensión. Las personas con hipertensión son mucho más susceptibles a sufrir otras patologías y enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio por lo que a efectos prácticos se trata de una factor de riesgo nada desdeñable.


En el caso de que se tenga una dieta realmente desorganizada, también podemos encontrarnos con carencias vitamínicas o de minerales que pueden afectar al sistema circulatorio. Por ejemplo, en relación con el punto anterior sobre la hipertensión, una deficiencia de vitamina D está vinculada al aumento descontrolado de la tensión arterial lo que a su vez tiene un impacto negativo sobre la salud del corazón. No es el único caso, la lista sería muy larga para hacerla constar aquí en su plenitud, pero mencionaremos los siguientes problemas: la deficiencia de magnesio causa hipertensión y arterioesclerosis, los niveles bajos de calcio se corresponden con ritmos cardiacos anómalos, la escasez de potasio en el organismo puede derivar en debilidad del músculo cardiaco y disrupción el ritmo normal y la ausencia de vitamina B está relacionada con un mayor riesgo de fallo cardiaco.

Recalcamos que no son los únicos problemas que pueden surgir. Lo importante es realizar comidas equilibradas y variadas, no abusar de los alimentos hipercalóricos que produzcan tendencia a la obesidad y ceñirse a las recomendaciones médicas sin rechistar cuando se hayan detectado ya indicios de algún problema.

Estrechamente relacionado con la dieta está el sedentarismo. Se trata de otra de las causas principales que pueden favorecer la aparición de problemas cardiovasculares. No ejercitarse propicia la formación de grasas pardas en grandes cantidades. Estas masas de lípidos no tienen la misma función que las grasas blancas (acumular y liberar energía) y por ello puede ser muy difícil librarse de ellas.
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Además del estrés adicional que puede causar el sobrepeso, no se pueden olvidar otros problemas que son consecuencia directa e innegable de no realizar esfuerzos físicos. El más importante es la falta de tonificación general del sistema circulatorio. Recordemos que, tal como hemos explicado en el apartado sobre el aparato circulatorio, la mayor parte de componentes están formados por músculos y estos músculos han de entrenarse para que estén en forma.

La falta de ejercicio puede causar dolores difusos en las venas, dolores irradiados a los brazos (especialmente al derecho), insuficiencia del corazón para realizar su trabajo y fatiga inexplicable. Además, en caso de que por algún motivo haya que hacer un esfuerzo puntual, se pueden sufrir daños en los nervios cardíacos lo que resulta en un largo periodo de recuperación en el que hasta una simple carcajada puede poner al corazón muy por encima de las pulsaciones normales.

Así pues, es bueno realizar ejercicio. Conviene mejorar la resistencia aeróbica pues hace que nuestro corazón esté más fuerte en general y también realizar entrenamientos de intensidad que mejoran el bienestar general al permitir que el corazón realice menos trabajo del habitual (menos pulsaciones por minuto para realizar el mismo bombeo de sangre). Toda ejercitación debe realizarse bajo la supervisión de profesionales que garanticen que hay una adaptación correcta desde el sedentarismo absoluto. De esta forma se evitan sustos y situaciones indeseables como la de insuficiencia cardiaca que puede aparecer por un exceso de entrenamiento.
Tal vez hayas regresado de la consulta de tu médico con un diagnóstico preocupante que afecte al sistema circulatorio y necesites información para conocer la severidad y el alcance del problema. En esta sección vamos a tratar de forma concisa las principales enfermedades cardiovasculares de forma que tengas los datos necesarios para tranquilizarte y empezar a asumir los cambios que has de hacer en tu vida para combatir la enfermedad y minimizar sus riesgos.
El aneurisma se trata de una pequeña cavidad globosa que aparece en las arterias del cuerpo humano. No es típico de ninguna zona en concreto y puede surgir de forma más o menos espontánea en lugares tan dispares como el cerebro, los pulmones o el corazón.

El principal riesgo del aneurisma es que pueda reventar al aumentar de tamaño desmesuradamente. Esto puede provocar hemorragias graves en las que es necesario intervenir quirúrgicamente con la mayor rapidez posible. Se trata de una enfermedad grave que se puede presentar en forma de fatiga, pérdida de equilibrio, problemas en el habla, visión doble y problemas de percepción cuando el aneurisma aún está intacto y en versiones más severas de los mismos problemas cuando se rompe.

La diabetes, la obesidad, la hipertensión, el consumo de alcohol y la deficiencia de cobre son los principales causantes, aunque también hay enfermedades de este tipo de índole hereditaria.
Es una enfermedad causada por el depósito de grasas en las paredes interiores de los vasos (endotelio) que, al menguar el calibre útil de la arteria, causa inflamación y engrosamiento de la sección muscular. Esta puede ulcerarse y romperse formando trombos que pueden bloquear vasos que se encuentren delante y que, en consecuencia, impedirían un correcto riego sanguíneo de la zona que ha de ser eliminado con urgencia, siendo mortal en caso de que ocurra en las arterias cardíacas o en el cerebro. La ruptura del engrosamiento o placa de ateroma puede ocurrir también por una hemorragia en la zona o por mera vasoconstricción.

Este problema cardiovascular no presenta un cuadro clínico detectable y lo único que se puede hacer es evitar los malos hábitosmencionados en el apartado anterior. En cualquier caso la edad domina sobre otros factores de riesgo. Los hombres mayores suponen la demografía con mayor riesgo de padecer arterioesclerosis.
Conocidos también con el nombre de ictus, se corresponden con dolencias de diferentes tipos. Por un lado están los ictus isquémicos o infartos cerebrales que tienen lugar cuando, de forma súbita, cede la irrigación con sangre al cerebro. Los ictus hemorrágicos o derrames cerebrales tienen lugar cuando un vaso que recorre el cerebro se rompe causando una hemorragia encefálica.

Estos problemas tienen mayor incidencia entre los mayores y son más susceptibles de padecer el problema aquellos con una presión arterial elevada o que no practiquen deporte en absoluto.

Entre los síntomas que permiten detectar que se está sufriendo un accidente cerebrovascular están la pérdida de fuerza en las extremidades, el habla impedida, la merma de la compresión, la pérdida del equilibrio o de la coordinación, los mareos y la pérdida de visión entre otros.
Las arritmias son anomalías en el ritmo habitual de las contracciones y expansiones de las cavidades cardíacas durante la pulsación. En muchos casos se trata de arritmias no malignas que si bien pueden ser molestas para el paciente no suponen ningún peligro para su salud.

En otros casos pueden indicar un problema de mayor profundidad, como por ejemplo, la predisposición a sufrir un infarto agudo de miocardio.
Durante un infarto agudo de miocardio el corazón se detiene. A menudo la causa de esta parada se halla en algún problema con las arterias coronarias que las rodean, ya sea por el alto colesterol o por la hipertensión.

Esta dolencia requiere una actuación veloz. Si existe una obstrucción en el corazón que impide el correcto funcionamiento de este hay que canalizar por un camino alternativo el flujo vascular de forma que se evite la muerte del tejido cardíaco.

Ocurre más en varones a partir de los cuarenta años, especialmente si están sometidos a altos niveles de estrés y padecen obesidad. Haber sufrido problemas de corazón anteriores o alteraciones del ritmo cardíaco aumenta el riesgo de padecer uno de estos ataques.

Cabe destacar que el ataque al corazón es una de las principales causas de muerte súbita que existen, pero con una desfribrilación a tiempo se puede revertir. Algo que no ocurre con otras enfermedades menos frecuentes.
Se trata de una enfermedad a causa de la cual el corazón es incapaz de realizar el abastecimiento de oxígeno necesario para el adecuado funcionamiento del cuerpo humano. Esto tiene efectos muy diversos sobre el organismo pero uno de los principales es la fatiga.

La insuficiencia cardíaca suele aparecer al arrastrar otros problemas de corazón, aunque no es inaudito que aparezca espontáneamente. La incapacidad de bombear sangre puede deberse a que el músculo cardíaco está rígido y la sangre no puede entrar a las cavidades o porque el corazón no es capaz de expulsar la sangre correctamente.
Tiene mayor incidencia en la ingle, el cuello, la axila, detrás de los oídos, bajo la mandíbula y en la nuca, pero puede presentarse en muchas otras partes del cuerpo, allá donde se encuentren los ganglios linfáticos.

Se detecta fácilmente por un aumento del tamaño de los ganglios, aparente al tacto. Tiene origen en las infecciones agudas, los tumores, las enfermedades auto inmunes y hasta como contra indicación de algunos medicamentos.

Existen muchas variedades tumorales y cancerígenas que atacan a uno o a varios de los tejidos implicados en el sistema circulatorio, por desgracia es imposible tratarlos todos ellos en un espacio reducido. Estas afecciones suelen requerir la intervención de un cirujano para eliminar las células modificadas que causan la enfermedad y tiene su origen en factores ambientales y hereditarios principalmente, apareciendo con mayor frecuencia en la vejez.

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